Archivo mensual: febrero 2009

Y llegó la cuaresma

Todos los años me privo de ciertos «placeres» en esta época. Este año me prometí privarme no sólo de gustazos a los que estoy acostumbrada sino también de cosas que hago y que hacen que mi vida este en un desequilibrio emocional de espanto.

Dejo mi lista acá no tanto para que la lean sino para recordar qué no haré  y qué haré durante 40 días.

1- Iré al gimnasio 3 veces por semana

2- No tomaré coca cola ni comeré comida chatarra

3- No le escribiré a los demonios que perturban mi existencia

4- No ….

Listo, cuatro cosas que dejaré de hacer por 40 días 🙂 Comencé el miércoles y todavía sigo entusiasmada, así que no voy tan mal.

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La extranjera

Desafio al tiempo y su espera.
Una lengua muerta el aire lamió.
Una presa soy de la tierra
Ella parece eterna. Cuánto sabe de la inspiración CT

Ella es hemosa, no como el común de las mujeres bellas. No, ella es exóticamente (sic) hermosa.

Ella está haciendo una maestría, pero no cualquiera, es una especial sobre lo que más le gusta: la literatura.

Ella tiene mil proyectos y todos la apasionan hasta dejarla sin aire. Ella quiere hacerlos todos al mismo tiempo y no sabe por cuál comenzar.

Ella todos los días tiene una nueva filosofía de vida, todas válidas y envidiadas.

Ella dejó de ver a quienes le hacían daño, no los odia pero ya no los llama.

Ella siente como si fuera a morir mañana y ya no le importa que por eso le digan loca, bipolar e histérica.

Ella te ha estado esperando mientras tú ordenas tu vida y te dedicas al trabajo. Y ha esperado sin molestarse ni reclamarte.

Ella hoy se enamoró de otro, pero quizá mañana puede que vuelva a tu lado.

Ella vive el día y al que no le guste que se tape los ojos mientras ella camina.

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Buena suerte y hasta luego

Y digo adiós, adiós, adiós,
cierro la maleta y pido
un taxi para la estación

Bye bye se acabó el recreo. Ya no más lugares comunes, contigo y conmigo. No más epítomes de la vida. Es que ya no estás, porque me fui y te dejé, como es costumbre en mí.

Y  me quedo con mis cartas, las que nunca jugué, y con aquellas que te robé una noche mientras dormías. Ojalá pudiera cambiarlas por dinero: sería rica y famosa. Y es que «este manicomio estaba lleno de problemas de fronteras», porque yo quería ceder y tú  ya no esperabas más de mí.

Esta vez, no perdí nada. El tiempo, dinero, afición y casi devoción que te entregué en realidad me sobraban. Hoy estoy completa, tengo todas mis extremidades.

Y se acabó una noche y dormí tranquila.

Adios. No te pierdas, no me dejes, porque una cosa es saber que no estás conmigo y otra distinta no saber dónde estás.

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